
Una vez llevé a Grissel al Orizaba y fue horrible para ella, debo comentar que el budismos zen la atrapó, además de la extraña y peculiar sensibilidad que tenía a eventos no explicables. Por ejemplo, alguna vez la vi entrar en trance, hablar un lenguaje extraño para terminar desmayándose. Eso puede parecer cualquier cosa, lo que si me sorprendió, fue cuando a mi padre le dio la embolia, muy temprano un lunes yo ya estaba en el instituto de neurología, y Grisel llamándome, contándome que había soñado que mi padre estaba amarrado, que no podía moverse… en ese momento, además del dolor que me causaba ver a mi padre así, me di cuenta que Grissel era una santa, como lo dije en un poema, “es tan santa como John Coltrane” , así que ella no pertenecía a mi mundo tan terrenal, Me perdonó todo, incluso, haberla llevado al salón Orizaba.
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